sábado, 30 de noviembre de 2013

La vida es para dos.

La vida nunca estuvo hecha para vivirla en soledad, es demasiado dura. La muerte, la enfermedad, las injusticias, la impotencia. Todos son sentimientos prácticamente imposibles de afrontar por la voluntad de una sola persona. Los humanos somos seres que precisamos de un punto de apoyo, de un segundo punto de vista o una brújula que sepa indicarnos el norte.

Cuando somos pequeños, esa persona es nuestra madre o padre, aquella que te enseña en breves trazos como es el mundo. Te enseñan el color, a que huele La Tierra. Te enseñan los seres que la pueblan, en definitiva, los aspectos más nimios de la misma. Pero cuando llegas a la adolescencia todo eso ya no es suficiente. Las dudas se instalan a vivir en ti. Todo aquello que considerabas insignificante o simple, cae hecho trizas contra un duro suelo de realidad. Tus padres, faltos de recursos, ven impotentes como en cierto modo sufres, sufres en tu desconcierto. Es justo en ese preciso instante cuando entra ese imprescindible punto de apoyo.

Sin saber muy bien cómo, esa persona entra en tu vida, sin respuestas a tus preguntas, pero con soluciones a tus problemas. Cambia un día gris, por un beso teñido de color de ilusión. Cambia ese sentimiento de soledad y abandono por un cálido abrazo, y responde a tus quebraderos de cabeza con un "Quizá lo hizo un mago, ¿No crees?". Hace que aquello que se te atraganta, o se te hace cuesta arriba no sea más que un juego de niños, lo reprime a un segundo plano, donde el dolor no duele tanto, y lo triste se desvanece con unas cuantas lagrimas dulces en su hombro. Sabes que esa persona es LA persona, cuando al discutir, te mueres por que llegue la reconciliación, el dulce que esconde lo amargo.

Aunque estos son aspectos generales de lo que supone esa persona, hoy tengo que hablar de mi caso en particular. Hace ya algún tiempo que la conozco y sin embargo tengo la sensación de que aun me quedan demasiadas cosas por descubrir. Su mente es un complejo laberinto que, de vez en cuando, deja adivinar el camino que debes tomar. No digo que sea complicada, si no que jamás ha dejado de sorprenderme. Ella, hoy por hoy, se ha convertido en el sol que da comienzo a mis días, en mi principal motivo para abrir los ojos cada amanecer y sonreír a la vida.

De alguna forma que aun no atisbo a entender, ha entrado en mi vida como una piedra rompiendo una ventana. De un día para otro pasé de no conocerla a necesitar sus abrazos para dar un paso tras otro. Justo cuando pensé que personas como ella habían quedado extintas, ella llegó e hizo trizas mis esquemas. Juntos hemos creado nuestros propios mundos de fantasía, pero también ha sido mi piedra angular en mis momentos más duros. Ha sabido sacarme una sonrisa cuando ha hecho falta, y cuando no la hacía. Ha hecho por mí más de lo que muchas personas podrían decir. Ha conseguido que haga de su felicidad mi objetivo y que su sonrisa sea mi modo de vida.

Quizá podría escribir todo un libro contando lo que siento por ella, aunque creo que a partir de la tercera página no habría sino incongruencias, pues esto que he pintado aquí con palabras quizá no sea mas que un revuelto de sentimientos albergados en un corazón enamorado. Yo encontré la parte que le faltaba a mi vida para estar completa, mi pequeño resquicio de felicidad. Creedme si os digo que el amor existe y no solo eso, si no que es parte fundamental de la existencia. Yo ya encontré con quien vivir la vida, ahora es vuestro turno.

"Cuando veas en tu vida, un muro imposible de saltar,
apóyate en su mano, no la verás flaquear
y si tras el esfuerzo, no ves su pulso temblar
quédate a su vera, su voluntad te impedirá fallar"
- El príncipe del viento.